Un niño se resiste a
acostarse por diversos motivos. Puede tener miedo de la oscuridad o de no
despertarse, o se siente inseguro cuando está solo. Indudablemente, le gustaría
más jugar o ver la televisión y, en realidad, preferiría la compañía y atención
de sus padres.
Orientaciones:
Decidir cuándo hay que acostarse
Se debe decidir el momento preciso en que el niño debe
acostarse y, una vez decidido, proceder con firmeza. Esto no significa que los
padres deban ser absolutamente rígidos e insistir en que el niño debe estar
siempre en la cama a las ocho en punto, aunque justo en aquel momento acabe de
llegar papá o esté en casa el abuelo. Sin embargo, cuanto más capaces sean los
padres de concretar el momento de acostarse, más fácil será conseguir que el
niño se duerma a una hora fija.
Crear hábitos para ir a dormir
Los niños encuentran seguridad en la rutina. Les gusta
la seguridad de lo habitual y es importante disponer de ciertos objetos con los
que pueden contar. Por ejemplo, tener su juguete en la cama, junto a él, cada
noche. Tanto los rituales como los detalles reconfortantes de seguridad, les
sirven para separarse de los seres queridos y pasar del estado de vigilia al de
sueño. Se ha de limitar el número de juguetes que el niño se lleva a la cama,
por ejemplo, se puede llevar un libro y un juguete, que escoja. Algunos niños
alargan esto demasiado, lo que comporta quince minutos adicionales para
conseguir que, por fin, se vayan a la cama.
Hábitos nocturnos regulares
A los niños siempre les gusta saber lo que ocurrirá un instante después de
ahora. Unos hábitos nocturnos regulares
conseguirán que el niño sepa que el momento de acostarse se acerca y que ha
llegado el momento de parar. La rutina de acostarse debe proporcionar una
sensación de seguridad cálida, un final del día confortable. Se discutirán por
encima las incidencias del día que termina y se planearán cosas para el día
siguiente. Preparar sus ropas para el día siguiente, junto a los libros, será
de utilidad para niños más crecidos. Leer un cuento ayudará a otros niños a
entender que ha llegado el momento de acostarse. Utilizar señales que hagan
patente la rutina. Mantener al niño calmado. Las peleas o los juegos muy
activos inmediatamente antes de irse a la cama, no preparan al niño para
dormir. Hacerlo especial. Lo ideal sería que el momento de acostarse fuera
cálido y acogedor. El momento de acostarse es una excelente oportunidad para
los padres de acercarse a sus hijos.
Hablar
con el niño de sus miedos y angustias
Cada individuo,
incluyendo los niños, tiene temores que tienden a manifestarse de noche. Los padres
deben animar al niño para que hable de sus problemas y preocupaciones, a fin de
poderlos solucionar, ayudando a que se duerma, e intentar también, un ligero
masaje en la espalda.
Hacer
frente al hecho de levantarse continuamente
Los padres han seguido
los hábitos v rituales del momento de acostarse. Enseñe al niño cómo irse a la
cama. Algunos niños pequeños no consiguen relajarse lo suficiente para poder
dormir, por lo que se les pueden enseñar las técnicas de respiración y de relajación.
Dígale que cierre los ojos y en un tono de voz suave cuéntele el cuento de cómo
las olas del mar se siguen unas a otras para jugar y vuelven a casa una y otra vez.
Recuérdele que debe echarse y quedarse quieto y tranquilo, con los ojos
cerrados y recordar las olas. También se puede usar la imaginación para pensar
en sus propias escenas para quedarse dormido.
Debemos
reforzar la cooperación del niño
Utilizando palabras y
acciones, hay que dar al niño respuestas positivas por su cooperación en el
momento de acostarse.
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