lunes, 1 de julio de 2013

Las rabietas


Tener emociones y sentimientos, sean cuales sean, es parte de la condición humana. Sentir es vivir. La tendencia educativa en la familia y en la escuela ha sido, y continúa siendo, la de controlar y eliminar cualquier manifestación abierta de los sentimientos (especialmente los negativos). Pero los niños no se inhiben. Ellos expresan los sentimientos fácil y naturalmente, de forma sutil, o bien, extremadamente intensa.

Sin embargo, deben aprender a manejar sus emociones ante la sociedad y a encontrar formas adecuadas de encauzar la " poderosa energía" con que nos cargan los sentimientos. Para ello, los niños dependen de la información que les proporcionan sus padres. Pero comprender las emociones y ayudar a nuestros hijos a expresarlas adecuadamente, no es una tarea fácil.

Con la primera rabieta, el niño descubre que estas son una forma de controlar y manipular a sus padres, ya que éstos se agobian, se asustan... y la mayoría de las veces, ceden ante las exigencias y caprichos de éstos. De esta forma, las rabietas no cesan de repetirse.


Vuestros hijos os pondrán a prueba constantemente. Necesitarán comprobar si la unidad familiar es lo suficientemente fuerte para sostenerlos. Desearán saber si vuestra disciplina es consistente.

Será un periodo difícil hasta que vuestros hijos comiencen a crecer con la seguridad de ser amados y valorados, hagan lo que hagan, y de que estaréis "ahí" siempre para apoyarlos y cuidarlos.


Será importante que reaccionéis con calma y serenidad entendiendo este tipo de conductas, evitando en vosotros mismos sentimientos de fracaso, culpa..


Las rabietas corresponderán a una etapa evolutiva normal y necesaria en la que el niño intenta lograr su autonomía y reafirmación, debido a la adquisición de la conciencia de sí mismo, de su propia identidad y de los adultos que le rodean ("Esta es mi mamá, éste es mi papá y voy a comprobar qué límites están dispuestos a ponerme.")

Si se tratan adecuadamente estas situaciones, esta etapa desaparecerá progresivamente.


¿Qué hacer?
 
No consentir una rabieta. Cuando comience, simplemente ignórela o contenga físicamente al niño si se trata de una conducta violenta o destructiva, mostrando una actitud enérgica y firme.
 
Dar al niño una oportunidad para tranquilizarse. Lo mejor es llevar al niño a otra habitación, aislarle y decirle que esperamos que estando solo se le pase la rabieta y pueda pensar que no es correcta su actitud. Lo importante es que ellos sientan que una rabieta tiene consecuencias negativas y que no merece la pena repetir la "función".
 
No se puede razonar con un niño si está bajo los efectos de una rabieta o mal genio. Es mejor alejarse de él. Si se le riñe o castiga físicamente en este momento, incluso podemos aumentar la intensidad de la conducta que queremos eliminar.

Una vez que haya desaparecido la rabieta, hágale saber al niño que si está enfadado por algún motivo, la rabieta o la agresividad, no es el modo adecuado de resolverlo. Dígale que entiende lo que siente, pero muéstrese enfadado por lo que ha hecho y explíquele que su conducta es inaceptable y que en adelante no se va a permitir.
 
Evitar comportamientos y actitudes de lástima o sobreprotección que nos lleven a ceder u otorgar los deseos del niño. Lo importante es mantener la calma y "poner palabra" a lo que vuestro hijo está sintiendo (rabia, miedo, inseguridad...).
 
Proporcionar al niño modelos de conducta controlada que le adviertan que toda conducta agresiva o caprichosa no resulta beneficiosa.
 
Mostrarse contentos y orgullosos ante los primeros intentos de autocontrol del niño. Alabar su buena conducta y el hecho de haberse serenado y tranquilizado en lla habitación donde ha permanecido aislado.

Reafirmar de manera muy positiva los logros del niño cada vez que tenga un comportamiento correcto y adecuado.
 
Recuerde que sus hijos están aprendiendo a CRECER y a generar confianza en ellos mismos, y que todo conflicto puede ser una oportunidad para crecer, y no un callejón sin salida.
 
Feliz semana!!