Con mucha frecuencia las experiencias capaces de
reforzar la autoestima están relacionadas con el colegio, y por ello producen
una ansiedad con la que el niño lucha continuamente; la carencia de autoestima
le lleva a obtener malas notas y éstas le inducen a considerarse todavía menos,
a tener menos estimación por sí mismo. De esta forma, el niño entra en un
círculo vicioso del que le resulta cada vez más difícil salir.
Cuando aumenta la autoestima, la ansiedad disminuye y
ello permite que el niño participe en las tareas de aprendizaje con mayor
motivación.
Modificar la autoestima para fomentarla y potenciarla
positivamente, supone actuar sobre los diferentes componentes de la misma:
·
Componente cognitivo, supone
actuar sobre "lo que pienso" para modificar nuestros pensamientos
negativos e irracionales y sustituirlos por pensamientos positivos y
racionales.
·
Componente afectivo, implica
actuar sobre "lo que siento", sobre las emociones y sentimientos que
tenemos acerca de nosotras mismas.
·
Componente conductual, supone
actuar sobre "lo que hago", esto es, sobre el comportamiento, para
modificar nuestros actos.
Los tres componentes están muy relacionados entre sí, de manera que actuando sobre uno de ellos, obtenemos efectos sobre los otros dos. Si modifico un pensamiento negativo acerca de mí misma por otro positivo, seguramente me sentiré mejor conmigo misma y este sentimiento de bienestar me impulsará a actuar, probablemente haciendo algo de lo que no me creía capaz.
Orientaciones
·
Mostrar
interés cuando el niño/a realiza un trabajo, expresándolo con palabras,
opiniones, juicios y actitudes.
·
Demostrar
al niño/a cariño, mediante gestos de aprobación, contacto físico (besos,
caricias, abrazos...).
·
Los
regalos son otra forma de demostrar satisfacción y premiar el trabajo.
·
Cuando
hay una actividad que no está bien realizada, hay que decirlo, pero hay que tener
presente que se critica el fallo, no la persona ( “eres un inútil”/”opino que
eso no lo has hecho bien”).
·
Evitar
el uso de “muletillas” insultantes y no sentidas: “estás tonto...”, o de
comparaciones: “Tu hermano es más
pequeño y es más listo...”. Hay que comentar lo que han hecho mal,
porqué lo han hecho mal y sugerir una forma de actuación mejor.
·
Manifestar
complacencia, elogiándole, cada vez que el niño/a nos presente una actividad
realizada, reconocer el esfuerzo realizado (“me gusta”... “vale”,
“estupendo”...).
·
Asumir
sus limitaciones, fracasos..., como algo connatural no solo a la edad infantil
o adolescente.
·
Valorar
más el esfuerzo, el empeño en hacer las cosas bien, que los buenos resultados.